Odio como me hablas y también tu
aspecto. Aborrezco
esas botas que llevas y que leas mi pensamiento. Me repugna tanto lo que
siento que hasta me salen las rimas. Odio que me mientas y que tengas
razón, odio que alegres mi corazón. Odio no tenerte cerca y que no me hayas llamado. Pero sobre todo odio no poder odiarte porque no te odio ni siquiera un poco, nada en absoluto.
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