- Cuatro días para el viernes.
+ ¿Tantas ganas tienes de verme?
-
No es sólo eso. Cuando te tenga en frente estaré tan nerviosa que no
sabré cómo reaccionar y seguramente no pase nada entre nosotros, nada
más allá de lo normal, pero aún así me alegrarás el día. ¡Qué digo el
día! Toda la semana.
+ Entonces no me saludes cuando me veas, no me hables, no hagas nada.
- ¿Cómo?
+
Sí, muy sencillo, en cuanto me veas llegar ignórame, date la vuelta. Te
tapo los ojos y nos vamos al bar más lejano. Sí, te quiero emborrachar,
pero lo suficiente. Quiero que te acuerdes de este fin de semana
siempre, porque quiero alegrarte la vida, no la semana. Te prometo que
va a ser perfecto.
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